El 16 de marzo asistimos al “Encuentro de lo Urbano y lo Rural en el Territorio”, organizado por el Consorcio Valdivia Sustentable en conjunto a las Municipalidades de Valdivia y Puerto Varas, donde se trató el tema del crecimiento de las zonas urbanas y sus consecuencias. Tras ello quisimos comunicar que educación, infancia y territorio están íntimamente relacionados en pro del cuidado de nuestro entorno.
Educación y territorio son palabras que no pueden ir separadas, las une un fuerte vínculo. ¿Cómo puede haber aprendizaje sin interacción con el entorno? En el caso de los niños, niñas y adolescentes los únicos responsables de proporcionarles ese lugar seguro, favorable y acogedor para su buen desarrollo, somos los adultos. Lo que se transforma en un círculo virtuoso: nosotros nos preocupamos que crezcan plenos en contacto con sus raíces y la naturaleza que los rodea, y ellos como consecuencia, generarán un vínculo y conexión indisoluble con su territorio. Conocerlo es la única forma de quererlo, cuidarlo y preservarlo.
Esta reflexión lleva a un solo camino: se deben construir sistemas educativos que se relacionen e identifiquen con su territorio, donde haya responsabilidades organizadas y compartidas para la preservación y valorización de éste. ¿Cómo hacer crecer las urbes en forma responsable y que cubra las necesidades de sus habitantes?
UNICEF tiene un modelo global llamado “Ciudades amigas de la infancia” y en Colombia, en alianza con el Gobierno y otras entidades, adaptaron el programa y crearon “Territorios amigos de la niñez” (TAN), proyecto que se basa en que la infancia es el eje central del desarrollo sostenible y de la construcción de la paz. Su objetivo es desarrollar una estrategia para el progreso del territorio, poniendo a la niñez en el centro de todas las decisiones.
Si realmente se logra tener a los niños, niñas y adolescentes en el punto de partida de cada propuesta y discusión, solo debería traer consigo buenas decisiones (y probablemente más económicas y sencillas). A lo mejor, aquí mismo, en vez de estar enfocados en los distintos intereses de los adultos, sería mejor sentarse a pensar: ¿qué es lo mejor para que las futuras generaciones puedan crecer en el entorno que merecen? Esta respuesta debería tener como base la “calma” y “simpleza”, piezas claves para que la curiosidad y el aprendizaje profundo florezcan.
Isabel Martínez-Conde J.
Fundación Club del Bosque